El sistema político más libre

Desde el punto de vista de la libertad, ¿qué sistema sería mejor? ¿En qué dirección habríamos de desear que avanzasen las fuerzas del progreso?

En eso, sin hacer caso por el momento de ninguna otra consideración, no tengo duda de que el mejor sistema sería uno no muy lejano del que predica Kropotkin, pero hecho más práctico, con la añadidura de los principios esenciales del socialismo gremial. Puesto que se puede discutir sobre cada punto, expondré, sin argumento, el modo de organizar el trabajo que me parece el mejor.

La instrucción debe ser obligatoria hasta la edad de dieciséis años, o aún más; después debe depender del alumno el querer seguir o no estudiando; pero, de todos modos, debe ser enteramente gratuita hasta la edad de veintiún años. Cuando la instrucción esté terminada, nadie debe ser obligado a trabajar, y los que no quieran trabajar deben recibir lo que necesiten para vivir, dejándoles completamente libres; pero probablemente sería deseable intentar crear en la opinión pública un fuerte sentimiento a favor del trabajo, de suerte que habría comparativamente pocos que se decidiesen por la pereza.

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Ahora el capitalista tiene más control de lo justo sobre las vidas de los demás; sus amigos tienen autoridad en el Estado; su poder económico es ejemplo para su poder político. En un mundo donde todos gozan de la libertad económica no habría el mismo hábito de mandar y, por consiguiente, tampoco el mismo amor al despotismo; surgiría un tipo de carácter más refinado que el que ahora prevalece. Los hombres están formados por las circunstancias y no han nacido hechos. El mal efecto del actual sistema económico sobre el carácter, y el efecto, inmensamente mejor, que se puede esperar de la posesión en común, son, entre otras razones, más fuertes para predicar el cambio.

Bertrand Russell, Los caminos de la libertad (1918)