Una simple bota de bronce se asienta en una roca que domina la inmensa inmensidad del Océano Atlántico. No hay placa, pero el mensaje es clar: este es el final del camino. También es "el fin del mundo". Los peregrinos venían aquí traídos por la religión, por la aventura o simplemente para estar al borde del mundo entonces conocido. No podías ir más lejos emocional, espiritual o físicamente.
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