El deportado gaditano Eduardo Escot conserva su chaqueta rayada que le acompañó en Mauthausen durante cuatro años y medio. Con ella nos recibe en su casa de las afueras de París, para hablarnos de su larga y tortuosa vida. Una vida que cambió para siempre cuando decidió tomar las armas para defender la República. Era un caluroso mes de julio de 1936.
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