Cada año, el mismo enigma. Los festivales de verano emplean la técnica del goteo hasta desvelar lo que realmente induce a la compra de la entrada: sus cabezas de cartel. Unos ostentan el puesto de forma vitalicia, seduciendo a tantos eventos como les sea posible, y otros lo hacen a golpe de talonario. Pero a dichas estrategias algo perezosas y económicamente rentables se les suma otra más opaca que llamaremos la del clientelismo.
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