El «me gusta» de Facebook, el corazoncito de Twitter o Instagram, incluso el doble check de un mensaje de WhatApp pueden ser, y de hecho muchas veces son, como unos gramos de cocaína. Es cierto que no introducen agentes químicos en nuestro sistema nervioso, pero ejercen un poder sobre nosotros similar al que producirían si lo hubieran hecho.
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