En 1989 las películas venían en VHS, gobernaba Felipe González, se podía fumar en los aviones y Los Rebeldes encabezaban la lista de los 40 Principales. Los movimientos antirracista, feminista, o el colectivo LGTBI tenían un apoyo residual porque estaban socialmente estigmatizados. En las escuelas no se hablaba de Rosa Parks sentada en el autobús y, muy de pasada, se contaba que Clara Campoamor consiguió el voto femenino. En ese año salió la película de Disney La Sirenita y se convirtió de inmediato en mi favorita.
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