Si lo primero que piensa al levantarse por la mañana no son las cuentas por pagar, sino en salir volando en una nave espacial a descubrir nuevas galaxias; si olvida alimentar a sus hijos, o peor: a su mascota, por imaginar cómo sería su vida si fuera un mafioso de los años treinta; si se le pasa la parada del autobus por soñar despierto con viajes alrededor del mundo, es posible que sufra del síndrome de Walter Mitty.
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