Europa, mediados del siglo XIV. Desde hace unos años, por las calles de las ciudades, en las casas consistoriales, en las catedrales, en los monasterios y en las plazas habita un enemigo común a todos los ciudadanos. Es invisible y devastador. Ataca en cualquier momento, en cualquiera esquina. Nadie escapa a su tormento, y quien lo hace, casi desearía no haberlo hecho. Este enemigo es la Peste y no hay solución posible.