Las células normales obedecen a las señales que reciben de nuestro organismo que les dicen cuándo dividirse, cuándo mantenerse latentes y cuándo morir. Así, una célula sana puede dividirse y dar lugar a células hijas idénticas, a las que transmite esta información y que, por tanto, responderán y se comportarán de la misma manera que ella. Sin embargo, en algunas ocasiones, la información contenida en estas células puede sufrir alteraciones que las vuelven insensibles a estas señales de control.
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