Los primeros años de vida de Sakari son un ejemplo de cómo transcurre la vida de muchos galgos, instrumentos con los que se mercadea y se descarta cuando no sirven, sin preocuparse nadie de los que los usa por el hecho de que son seres que sienten y desarrollan vínculos de afecto. La historia de Sakari ha terminado bien, aunque no bien del todo. Bien porque en lugar del abandono y la muerte ha acabado en manos de una protectora que se está preocupando por lograr un buen hogar para él. No bien del todo porque ese hogar aún no ha llegado.
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