El jabalí tallado por Florin Vanatoru, rumano de 43 años asentado en Viveiro, se ha convertido en una pieza de arte efímero. La obra a la que dio forma en primavera en la base de un pino, en Grañas do Sor, en Mañón, ha desaparecido. Alguien segó las patas del animal y ahora solo queda el perro de caza que talló unos días después, al pie de la carretera DP-4401.
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