Cuentan que en la plena guerra fría, allá a mediados de los años cincuenta, un importante líder soviético visitó Londres. Las autoridades británicas lo llevaron a un promontorio, a una colina de la que ahora no recuerdo el nombre, y el líder soviético contempló desde allí toda la enorme extensión de la metrópoli. Impresionado, preguntó: -¿Y quién es aquí el encargado del suministro del pan? - Nadie - le respondieron extrañados.