Los islandeses no pueden llamarse Lucifer. Tampoco nombres más prosaicos como Hannalisa, Theo o Bened. En su último dictamen, el Comité para los Nombres de la diminuta nación nórdica rechaza estos cuatro apelativos. El satánico Lúsífer, que solicitaba un adulto, porque considera que puede ocasionar perjuicios al portador. Los otros, simplemente por ser ajenos a la tradición nacional.
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