"Alfred Nobel inventó un explosivo más poderoso que ningún otro conocido antes - un medio destrucción excesivamente efectivo. Para hacer penitencia por este 'logro' y para aligerar su conciencia, fundó su premio para la promoción de la Paz". Esta reflexión la hacía Albert Einstein en 1945 poco después del bombardeo nuclear sobre Hiroshima y Nagasaki, vinculando para siempre los principales premios científicos a los dilemas morales que entraña el progreso.
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