Cada mes llegan a la superficie de los océanos Atlántico, Pacífico e Índico miles de toneladas de hidrocarburos aromáticos policíclicos, contaminantes procedentes del uso de combustibles fósiles, de incendios y de vertidos de petróleo. Así se desprende de las mediciones y experimentos realizados durante la expedición Malaspina. Estas concentraciones podrían afectar a largo plazo a los seres vivos oceánicos y la toxicidad podría generar alteraciones en la formación de aerosoles en la atmósfera marina.
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