Aunque los británicos nunca conquistaron ni colonizaron Etiopía, en abril de 1868 se desarrolló allí una batalla que puso fin a la llamada Expedición Británica a Abisinia (como se conocía al país por aquel entonces). Todo empezó en octubre de 1862 cuando el emperador Teodoro II de Etiopía, acosado por las revueltas internas y las amenazas externas, solicitó ayuda militar a la Reina Victoria pidiendo trabajadores cualificados que pudieran enseñar a los etíopes a fabricar armas, a través de una carta entregada al embajador británico.
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