Cuando Fran Lebowitz opina sobre cualquier cosa, es fácil sentirse tentados a compartir su opinión como si fuese también la nuestra. Como si así pudiéramos apropiarnos de su brillantez; el mismo motivo por el que pretendemos identificarnos con equipos de fútbol, grandes atletas y artistas. Pero en ella lo de menos es el contenido de la opinión. Hay que fijarse en cómo opina.
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