Podría haberlo sido, pero no: Sancho no era emprendedor. ¿Un empleado del Quijote, quizás? Sí, pero de forma ilegal. El fiel escudero del valeroso caballero constituye un ejemplo perfecto de la figura del falso autónomo. Sancho trabajaba por cuenta ajena, alejado de las peculiaridades laborales del verdadero autónomo. Para empezar, no tuvo jamás sus propios clientes.
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