(...) Si todo el mundo estuviera mínimamente cubiertas sus necesidades básicas, por ejemplo, alimentación, vestimenta, alojamiento así como algunas complejas y experimentara un relativo éxito en su vida personal el fenómeno religioso disminuiría considerablemente. Por tal motivo me parece razonable afirmar que la religión es el consuelo de los débiles y los desafortunados.
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