Le diagnosticaron trastorno límite de personalidad (TLP) a los 16. Se lo comunicaron como si leyeran una sentencia. “Esto es para toda la vida, tendrás que medicarte siempre… Me dijeron una lista de cosas que no podría hacer: que no podría ser madre, ni mantener relaciones afectivas, ni tener pareja estable porque un síntoma dice que devaluamos a la gente y luego la idealizamos y la devaluamos otra vez… Entonces, si tienes muy poco vínculo con la vida y te dicen todo eso, pues piensas: para qué, ¿no?, adiós”.
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