El sistema universitario occidental lleva más de mil años fundamentado en la clase magistral. Manuscritos medievales y bajorrelieves muestran esa misma estructura: un profesor que expone un resumen de contenidos, sacado de bibliografía y a veces de su experiencia, mientras los estudiantes intentan recoger esa información en apuntes apresurados. ¿No es sorprendente que sigamos haciendo algo, lo que sea, sin apenas cambios diez siglos después? Hasta la Iglesia católica cambió la estructura de sus misas y ellos sí que son expertos en sermones.
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