Dos hechos fácilmente verificables: en la infancia, el verano es eterno y las vacaciones duran para siempre; después de los 35 o 40 años, el verano es un suspiro, y las vacaciones, una fracción miserable del tiempo. ¿Por qué el tiempo parece correr más lento cuando somos jóvenes, y por qué parece acelerarse a medida que envejecemos?
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