En Boston, en las reyertas que se montaban cada vez que los niños negros se subían a los autobuses escolares, un fotógrafo captó una imagen sobrecogedora, Ted Landsmark, un abogado negro, era atacado por un blanco con el mástil de una bandera de Estados Unidos a modo de lanza. El simbolismo no podía ser más elocuente. La división en la ciudad era absoluta, parecía una zona de guerra. Sin embargo, meses después, un fenómeno llamado Larry Bird revolucionó el baloncesto local. Las canchas se llenaron de niños. Y eran negros y blancos. Juntos.
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