El texto bíblico en cuestión cuenta como Josué, tras conducir al pueblo de Israel a Canaán ordenó al sol y la luna que se quedasen quietos: y el sol se detuvo, y la luna se detuvo, hasta que la nación tomó venganza de sus enemigos. Según la mayoría de traducciones de la Biblia, la interpretación de este texto es que el Sol y la Luna dejaron de moverse. Pero ahora los investigadores opinan que en realidad lo que pudo suceder es que ambos no se pararon, sino que dejaron de hacer lo que hacen normalmente, brillar.
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