A principios de los años ochenta, el padre de Alfonso Aguado decidió hablar seriamente con su hijo. El chaval acababa de terminar la carrera de Derecho y el progenitor quería saber hacia dónde pensaba orientar su carrera profesional. ¿Tenía intención de ejercer como abogado? ¿Prefería hacer oposiciones? “Le dije: ‘Mira, papá, he escrito una canción que se llama Manué no te arrime a la paré que está funcionando bastante bien y quiero dedicarme a la música’.
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