En 1854, durante una devastadora epidemia de cólera, el médico John Snow pidió permiso para quitar la palanca de la bomba que permitía extraer agua de una fuente en la calle Broad Street, en el Soho. Hicieron lo que pedía y, aunque tuvieron que pasar otros 30 años para que se aceptara la teoría de los gérmenes del cólera, su decisión puso fin a la epidemia. Desgraciadamente, la historia muestra que pocas epidemias tienen un final tan claro como el del brote de cólera de 1854.
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