En la novela de ciencia ficción El cálculo de Dios, de Robert J. Sawyer, leemos: “Aprender a ignorar cosas es un magnífico camino para llegar a la paz interior.”. Eso te pasa cuando has visto demasiado. Cuando tu agudeza visual no estaba atacada por la presbicia, las cataratas, las moscas volantes o cualquier otro impedimento ocular. Entonces surge el miedo, miedo a que, al ponernos unas lentes correctoras, nos convirtamos en ese remedo de juez de la realidad, gestor de la verdad y magistrado de la objetividad.
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