Botado el 30 de agosto de 1930, este transatlántico de la compañía Ward Line sólo llegó a navegar cuatro años pero influyó de forma decisiva en la revisión de las medidas de seguridad naval. Pero empecemos por el principio. El navío fue destinado a realizar viajes entre Nueva York y La Habana (de ahí su nombre: el Castillo del Morro es la fortaleza española que protegía el puerto de la capital cubana), una ruta que la Ward Line operaba desde hacía décadas.
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