En 1994 Kenzaburō Ōe se convirtió en el segundo japonés que había ganado el premio Nobel de literatura. Los académicos justificaron su decisión por “la fuerza poética con que ha creado un mundo imaginario, donde la vida y el mito se condensan en una imagen estremecedora de la situación del hombre en el mundo contemporáneo”. Su hijo, Hikari Ōe, que padece autismo, ha formado parte de su obra desde que su nacimiento.
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