Tienen sentido preguntarse si procedería dinamitar la Almudena, precisamente el día que se celebra el patrocinio de la Virgen, matrona de los madrileños y protagonista de una dedicatoria catedralicia que incita el feísmo y la toxicidad urbanística. Por cómo es. Por dónde está. Por el protagonismo que adquiere. “una obra funcionalmente inútil, ideológicamente contradictoria, históricamente incierta, arquitectónicamente desdichada y urbanísticamente nociva”.
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