Feynman era un tipo realmente listo, extremadamente ingenioso y bastante simpático. Alguien podría añadir que guapo y carismático. Hasta aquí la hagiografía de uno de los santos del culto de la Ciencia Verdadera de Todos los Númenos. Pero pasemos a cosas más importantes, más allá de los archisabidos cuentecillos sobre sus grandes aportaciones a la física y sus controlados escarceos con las drogas. Lo cierto es que Feynman era alguien especial, pero por otros motivos.
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