Una familia de Aragón, que pidió mantenerse en el anonimato, fue quien donó esta y otras dos pinturas más. Este óleo corresponde a la serie negra de pinturas que Goya realizó después de que se le detectó una enfermedad, una rara patología autoinmune que lo dejó sordo, en tales obras se abordan temáticas y criaturas demoniacas, terroríficas y lúgubres. Muestra una atmósfera externa, turbia y oscura, en la que se observa un ser fantasmagórico con cabello largo y una capa, tiene cuernos, ojos, nariz y boca.
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