Tal como hay viejas tradiciones cuyo origen se ha perdido entre las brumas del ayer -pongamos tirar una cabra desde un campanario-, en los hogares españoles suelen encontrarse vestigios de otras épocas cuyo origen desconocemos, pero que perduran como cadáveres insidiosos que se resisten a descomponerse. Este es un recorrido breve -por piedad- a través de los horrores estéticos que han marcado el devenir doméstico de nuestro país.
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