Casi cualquier cosa podía y puede servir. Palillos y cepillos reciclados, objetos fabricados con desechos, pequeñas piezas hurtadas. En el interior de libros o alimentos, en la suela de los zapatos o en cualquier pliegue de la ropa o el cuerpo. Crucifijos falsos. Todo con tal de escapar de prisión o de defenderse de agresiones.
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