Una señora canosa, bajita, delgada y vestida de negro entra en la sección dedicada a la época romana y después de un par de pasos se detiene en seco. Luego se acerca, sonríe, saca del bolso también negro su teléfono móvil, hace una fotografía y mira el resultado en la pantalla. Vuelve a mirar la pieza expuesta en la vitrina.. «La obra da mucho juego en las visitas guiadas...», desliza el arqueólogo Alejandro Pérez-Malumbres.
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