Las plagas, como los totalitarismos, llegan de forma silenciosa. Uno no se da cuenta hasta años después, cuando sus consecuencias son irreversibles. A solo veinticinco kilómetros de Roma se erige la fortaleza de Castelporziano, una de las tres residencias oficiales del presidente de la República italiana. Un lugar emblemático a orillas del Mediterráneo que fue testigo del ocaso europeo; nada hacía presagiar una historia así durante aquella tarde de otoño.
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