Con ochocientas mil personas en el siglo XVIII, Londres era la ciudad más grande de Europa, donde se podían encontrar las mayores fortunas del Imperio británico y los barrios más míseros en los que indigentes, raterillos, prostitutas… simplemente sobrevivían. Los delitos contra la propiedad eran los más frecuentes en una sociedad marcada por las grandes diferencias sociales. [...] . Las cárceles estaban desbordadas y había que buscar un nuevo destino para aliviar el problema de hacinamiento de las cárceles.
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