Un equipo de investigadores del Instituto Salk, en California (Estados Unidos) ha observado, por primera vez, diferencias mensurables en los patrones y la velocidad de desarrollo de las células de personas con autismo. Los hallazgos, publicados en la revista Nature Neuroscience, podrían llevar a métodos de diagnóstico para detectar el TEA en una etapa temprana, cuando las intervenciones preventivas podrían tener lugar.
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