La causa de la independencia fue cínicamente corrompida por el rampante oportunismo de quienes la esgrimieron, y aún lo hacen, repetidamente, para justificar su permanencia en el poder y la falta de libertades públicas. La independencia se convirtió en el discurso político cubano en un fin en sí misma, en una cuestión de orgullo nacional, un principio existencial, una obsesión, y no, como obviamente debería ser, un instrumento, la condición inicial que les permitiría a los cubanos, sin interferencia o imposiciones de otro país, conseguir una vi
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