El DC2 del capitán Carlos Haya llegó a lanzar ochocientos kilos de provisiones en unos setenta vuelos que realizó a lo largo de los ocho meses que duró el asedio, por lo que le conocían como el Panadero. Planteado el problema de cómo hacer llegar a los guardias material más delicado (como fármacos, por ejemplo) y viendo que envolverlo en sacos era insuficiente, a Haya no se le ocurrió mejor idea que usar pavos en vez de paracaídas.
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