Cualquier gobierno aspira, o debería hacerlo, al llamado estado de bienestar, implantando políticas y medidas que permitan el acceso de todos los ciudadanos a la educación, la sanidad, la asistencia social y a tener cubiertas sus necesidades más básicas. Pero ya sabemos que «del dicho al hecho, hay un trecho». En la Roma de los emperadores, el estado de bienestar se podría resumir en una frase pronunciada por Juvenal en el siglo II: «Panem et circenses» (Pan y circo).
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