En mitad de las intensas emociones que supone estar diagnosticado con la ELA, hay un apartado más prosaico pero que necesita ser atendido con la misma importancia. Son los diversos papeleos y trámites. Ahora que están ultimados la mayoría de ellos, me apetece contar cómo he vivido este cúmulo de formularios, esperas, notificaciones oficiales y demás deberes y derechos ciudadanos con los que contamos.
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