Un día, hace miles de años, en un bosque lluvioso del Sahara nació un niño en lo que hoy es el desierto del Sahara que tenía una inmunidad intensificada a la malaria. En esa época esa parte de África era húmeda y lluviosa y estaba cubierta de bosques, un fantástico hábitat para los mosquitos. Hoy, más de 250 generaciones después, los descendientes de ese niño alrededor del mundo siguen teniendo esa protección contra la malaria. Pero si tus padres tienen ambos esa mutación genética, tú puedes acabar con anemia de células falciformes.
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