Tras la invasión alemana de Polonia, Weigl se encontraba trabajando en dicha vacuna en el instituto que llevaba su mismo nombre en la población de Lwów (actualmente llamada Lviv y perteneciente a Ucrania desde tras finalizar la IIGM). Si había algo que respetaban los nazis eran las investigaciones médicas y el hecho de que Rudolf Weigl hubiese desarrollado dicha vacuna (la cual debía mejorar y crear millones de dosis) hizo que los jerarcas del Tercer Reich decidieran dejarle trabajar a sus anchas, facilitándole todo lo que precisase.
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