El despertar de los sentidos y otras joyas literarias que adornan ramplonamente nuestra ignorancia. Porque, al fin y al cabo, no se puede saber de todo y saberlo bien. Así que, ¿para qué mantener una pose de embajador cuando no tenemos ni la más remota idea de lo que nos hablan? “Pues mira, no, no he probado la confitura de erizo de mar al Cointreau”. Y no pasa nada.
|
etiquetas: hipocresía , vanidad , cultura , ignorancia