Que los niños se coman las verduras y la fruta es un desafío enorme para los padres y, para los monitores de un comedor escolar, es una misión casi imposible. La cosa sería tan fácil como hacer que los niños tuvieran un recreo justo antes de la hora de la comida. En un experimento, aquellos que primero jugaron y luego se sentaron a la mesa comieron un 54% más de verduras y frutas que los que siguieron la rutina contraria; además, un 45% más de los del primer grupo tomaron un plato solo de verduras.
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