Mi hijo tiene dos años y es fanático de «Dizzy» Gillespie. La culpa la tuvo el confinamiento impuesto por la pandemia. Por aquellos días se desmoronó la cuidada estructura de «pequeñas dosis de pantalla» por día o semana. También fui responsable, huelga decir. El caso fue que estábamos escuchando el magnético álbum en vivo de Binker and Moses Alive in the East? (2018) y yo, que no toco ni el triángulo, emulaba los frenéticos movimientos que imaginaba estaría haciendo el batería durante su grabación. Total, que se inició un diálogo (una forma de
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