Yo, como autor, renuncio a la percepción de mis pretendidos y supuestos derechos que pueda tener como escritor de libros que estén en las bibliotecas públicas. Me parecería dinero sucio, dinero corrupto, y me niego a eso. Pero también me niego la que mis ingresos queden en un limbo de una entidad de gestión. Yo, como lector, adquiero mi ejemplar en una librería, y también puedo cederlo la quien quiera. La biblioteca, igual que yo, no tiene ánimo de lucro.
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