Nos bautizaron a todos. Nos animaron a ser monaguillos. Pero nos importaba un pimiento. Sabíamos que en Semana Santa nos veríamos muchos días, en la antesala a las grandes vacaciones de verano. En realidad, no pasaba gran cosa: bicicletas, excursiones a las fuentes, partidos de fútbol, merienda por las calles del pueblo, jugar a liebre, al escondite hasta las tantas... O así era hace treinta años.
|
etiquetas: semana santa , niñez , pueblo