En Roma, cada 18 de Julio los perros guardianes del Capitolio eran crucificados. Aquellas ejecuciones tenían unos espectadores especiales. Los gansos del templo de Juno, los únicos que alertaron al pueblo cuando no lo hicieron los perros, eran llevados frente a las cruces y aposentados en cojines de púrpura.
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